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“El que no trabaja, no come”: obispo cuestiona falta de empleo y advierte sobre un país que vive de apariencias

Valenzuela inició su predicación con una frase contundente: “El que no trabaja, no come”, sentando el tono crítico de toda la homilía. Según explicó, la falta de oportunidades laborales e...

Valenzuela inició su predicación con una frase contundente: “El que no trabaja, no come”, sentando el tono crítico de toda la homilía. Según explicó, la falta de oportunidades laborales empuja a muchas personas a la pobreza, mientras desde el Estado no se generan condiciones para un desarrollo real y sostenido. Para el obispo, la desigualdad en el acceso al trabajo se convirtió en un síntoma de un país que, pese a su crecimiento económico en cifras, no logra traducirlo en bienestar.

Valenzuela indicó que tenemos la mentalidad de una sociedad donde se prioriza el brillo superficial por encima del trabajo honesto, donde se valora más la imagen que la coherencia, y donde según insinuó prevalecen decisiones políticas y económicas que favorecen a unos pocos mientras la mayoría enfrenta dificultades para sostenerse.

Para el obispo, esta forma de vivir “de apariencia” agrava la falta de oportunidades laborales y perpetúa la exclusión.

Aunque el Evangelio del día relataba un panorama cargado de calamidades, guerras, terremotos, pestes y penurias, Valenzuela remarcó que el mensaje de Jesús no es un anuncio de destrucción, sino de fe y resistencia. Sostuvo que incluso frente a escenarios adversos, la promesa cristiana es de acompañamiento y protección. “Ni un cabello de la cabeza caerá si hay constancia”, recordó el obispo, invitando a la esperanza, pero sin suavizar las críticas a la realidad actual.

El mensaje avanzó luego hacia una reflexión más filosófica y social. Valenzuela afirmó que las desdichas y las infelicidades “van a seguir existiendo porque forman parte de la historia humana”, pero advirtió que lo preocupante no es la existencia del sufrimiento, sino la indiferencia colectiva ante él.

Subrayó que la sociedad paraguaya se acostumbró a mirar hacia otro lado frente a los problemas profundos, mientras domina una cultura de la apariencia, donde “todo es pasajero”, incluso las estructuras más imponentes que el ser humano cree permanentes.

“No quedará piedra sobre piedra”, recordó, enfatizando que la fragilidad del mundo no solo se refiere al templo de Jerusalén, sino a todo el sistema social, económico y moral. El obispo habló del “edificio más grande, que es la máquina del mundo”, para graficar cómo incluso aquello que parece sólido puede venirse abajo si no se fundamenta en valores y en justicia social.

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Vencer mediante la fe

Con firmeza, insistió en que la indignación moral debe ir acompañada de acción concreta. “El Señor nos dio la oportunidad de vencer mediante la fe”, dijo, pero esa fe debe traducirse en compromiso, responsabilidad y cambio de actitudes. Aseguró que la sabiduría y la inteligencia no son solo virtudes espirituales, sino herramientas necesarias para romper con la resignación que, según él, paraliza a gran parte de la población.

Al finalizar, Valenzuela dejó un mensaje que resonó entre los fieles: la apariencia del mundo es pasajera, y mientras el país siga atrapado en ese espejismo, se seguirán postergando las soluciones a los problemas reales, como la falta de empleo, la pobreza y la desigualdad.

Su homilía, pronunciada, se convirtió así en un llamado urgente a mirar la realidad con honestidad y a no disfrazar con discursos o imágenes lo que sigue siendo una deuda moral y social.

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Fuente: https://www.abc.com.py/nacionales/2025/11/16/el-que-no-trabaja-no-come-valenzuela-cuestiona-la-falta-de-empleo-y-advierte-sobre-un-pais-que-vive-de-apariencias/

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