Fue una sorpresa monumental en la pista central de París, ante un público entusiasta que apoyaba a su jugadora, la última representante local en los cuadros individuales.

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Desde el Abierto de Estados Unidos de 2017, cuando la estonia Kaia Kanepi alcanzó los cuartos de final siendo la 418 del mundo, ninguna jugadora de ranking tan bajo se había colado entre las ocho mejores de un Grand Slam.

Sigue los pasos de su compatriota Mary Pierce, que en 2002 alcanzó los cuartos en París como invitada por los organizadores.

Boisson, de 22 años y un palmarés raquítico, que hasta hace unos días no había disputado el cuadro final de un Grand Slam, se apoya en una potente derecha para hacer daño a sus rivales.

En su entrada en el torneo, cuando derrotó a la belga Elise Martens, favorita 24, ya había firmado la mayor victoria de su carrera, pero la superó ante Pegula, que llegaba a París con el torneo de Charleston esta temporada.

Una victoria con la que se colocará entre las 120 mejores del mundo y le permitirá afrontar por un puesto en semifinales a la estadounidense Coco Gauff, número 2 del mundo, finalista en París en 2022 y una de las favoritas para la victoria final. EFE