El administrador diocesano de la Diócesis de Villarrica del Espíritu Santo, Blas Arévalos, fue cura párroco de la Iglesia de San Juan Nepomuceno. Durante la misa que celebró en la fecha, comenzó su homilía, asegurando que hay dos pasiones, que no son buenas para el hombre: la cólera y el celo.

Manifestó que muchas veces las autoridades mismas se entregan a la cólera, porque ellos mandan y van su casa a maltratar a su gente, grita a sus hijos o esposas, parecería que tienen derecho para maltratar. Pero dijo también que el hombre es letrado, solamente hace eso, el maltrato, a sus hijos, quienes no van a enfrentarlo; nunca hace lo mismo con un vecino, que es de su misma categoría.

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Explicó que el Rey Wenceslao de Bohemia tenía la cólera porque se creía una autoridad y además tenía otra enfermedad, que es el celo. El celo es una enfermedad derivada del diablo, del mismo demonio, dijo el religioso.

Entonces el Rey Wenceslao quería obligar a Juan Nepomuceno, para que revele el secreto de la confesión de la reina, pero como el cura se negó, lo mandó a torturar hasta arrojar su cuerpo en el río Moldava. Ocurrió en 1393, pero 300 años después, se descubrió que la lengua de Juan Nepomuceno estaba viva. El guardó el secreto de la Reina, fue honesto y no reveló la confesión.

En otro momento, el religioso dijo que “todos tenemos que ser justos y honestos en nuestra profesión; si es sacerdote debe respetar el sigilo sacramental”.

“Tenemos que ser justos, honestos y honrados hasta la muerte, no hay que temer a la muerte, como hizo San Juan Nepomuceno”, insistió.

Para terminar la misa en honor de San Juan Nepomuceno, patrono de la ciudad que lleva su nombre, se realizó la tradicional procesión de la imagen por las calles aledañas al templo parroquial que está a cargo de presbítero Antonio Darío Duarte.