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“No hay tierra, no hay techo y no hay trabajo”: el reclamo de Monseñor Celestino en Caacupé

Monseñor Celestino Ocampos, obispo de la Diócesis de Carapeguá, dedicó gran parte de su homilía a un duro cuestionamiento social: la persistente falta de tierra, vivienda y trabajo, tres derec...

Monseñor Celestino Ocampos, obispo de la Diócesis de Carapeguá, dedicó gran parte de su homilía a un duro cuestionamiento social: la persistente falta de tierra, vivienda y trabajo, tres derechos que recordó el Papa Francisco definió como “sagrados” para la vida familiar y comunitaria.

Reclamó la falta de políticas que garanticen los derechos básicos de las familias paraguayas y advirtió que la desigualdad, la violencia y la ambición desmedida son fruto de un país que prescinde del bien común. “No hay tierra, no hay techo y no hay trabajo”, criticó.

Ocampos sostuvo que tanto en la Biblia como en la doctrina social de la Iglesia está claramente establecido que los bienes de la tierra tienen un destino universal, y que la propiedad privada nunca puede desvincularse de la justicia.

Explicó que en el Antiguo Testamento, Dios protege la tierra y exige que quienes poseen bienes los utilicen en beneficio de los más pobres. Mencionó el diezmo, las limosnas, el año sabático y las leyes contra los abusos como signos concretos de que la propiedad tiene una responsabilidad social.

Recordó también que en el Nuevo Testamento, Jesús insiste en el uso solidario de lo que se posee, y que San Pablo enseña que, como todo en este mundo es pasajero, “debemos poseer como si no poseyéramos”. En Hechos de los Apóstoles añadió la comunidad cristiana primitiva compartía voluntariamente sus bienes para que nadie quedara sin lo necesario.

“Somos simples administradores de lo que tenemos”, afirmó, subrayando que es Dios quien creó la tierra, el agua y todo lo existente “para todos, no para unos cuantos”.

A partir de esa enseñanza, el obispo planteó varias preguntas dirigidas a la sociedad y al Estado:

“¿Cómo dar a todos un trabajo con salario digno? ¿Qué hacer para que cada familia acceda a una vivienda digna? ¿Por qué hay tanta gente queriendo trabajar y no encontrando oportunidades?”.

Admitió que el Ministerio de Urbanismo y Vivienda desarrolla programas, pero sostuvo que resultan insuficientes ante la magnitud de las necesidades del país. Por eso, insistió en la obligación de la Iglesia de organizar mejor su pastoral social y su promoción humana, de manera que las acciones tengan impacto real en la vida de los más vulnerables.

“Debemos dar testimonio para que nuestra enseñanza tenga fuerza y sea creída”, expresó.

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Paz mundial

La homilía incluyó también una reflexión sobre la paz mundial, al recordar que hoy existen más de 40 guerras activas que afectan especialmente a inocentes, niños y mujeres.

Lamentó que mientras millones pasan hambre, los países sigan destinando fortunas a la compra de armas. “Necesitamos transformar las espadas en arados”, insistió, utilizando la imagen profética de Isaías.

Señaló que urge a “despertar” y abandonar las obras de la noche para vivir en la luz. Según el obispo, esto implica dejar atrás la violencia, los feminicidios, la corrupción y el afán desmedido de poder y dinero.

Denunció que en la sociedad actual se ha invertido el orden moral: “El ser humano se ha convertido en un medio, cuando siempre debe ser un fin. Esa ambición es un pecado que clama al cielo”.

Al referirse al Evangelio, pidió no vivir en la angustia, pero sí atentos y vigilantes, como exige el tiempo de Adviento.

Recordó que la vida es fugaz y que la venida del Señor no debe sorprendernos desprevenidos. “La muerte puede llegar en cualquier momento; somos peregrinos de la esperanza”, afirmó.

Alegría de peregrinar

En otro momento de su alocución, monseñor Ocampos saludó a sacerdotes, diáconos, acólitos, seminaristas y a los fieles que siguen las celebraciones a distancia, especialmente a los enfermos. Destacó el salmo responsorial, que habla de la alegría de peregrinar hacia la Casa del Señor, y pidió que esa paz llegue a todas las familias.

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Monseñor Ocampos concluyó alentando a los fieles a iniciar el nuevo año litúrgico con el lema “El bien común: denles ustedes mismos de comer”, una invitación que aseguró se debe asumir con responsabilidad frente a la pobreza y la desigualdad que golpean a miles de familias paraguayas.

Fuente: https://www.abc.com.py/nacionales/2025/12/01/no-hay-tierra-no-hay-techo-y-no-hay-trabajo-fuerte-reclamo-social-de-monsenor-celestino-en-caacupe/

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