
“La corrupción nos entristece y es cruel”, afirma Mons. Steckling en Caacupé
El obispo emérito de Ciudad del Este, Mons. Guillermo Steckling, centró su homilía en un mensaje directo y contundente. Dijo que la corrupción entristece y es cruel con los que nada tienen, emp...
El obispo emérito de Ciudad del Este, Mons. Guillermo Steckling, centró su homilía en un mensaje directo y contundente. Dijo que la corrupción entristece y es cruel con los que nada tienen, empobrece y destruye la fraternidad que Dios sueña para el Paraguay.
Desde el Santuario, ante miles de peregrinos, recordó que este 2025 la Iglesia en Paraguay vive el Año del Bien Común, y mencionó que “cuidar lo que es común” empieza por rechazar toda forma de injusticia y egoísmo.
Steckling explicó que el gran desafío del novenario es construir la fraternidad, una tarea que, según dijo, no nace de discursos ni de momentos solemnes, sino de la convicción profunda de que “somos hijos de una misma Madre y un mismo Padre”.
Sin embargo, advirtió que ese camino se vuelve cuesta arriba cuando la corrupción se instala en la vida cotidiana del país.
Durante la homilía, Mons. Steckling expresó con claridad su preocupación por el daño social provocado por prácticas corruptas. “La corrupción es ya tan endémica" dijo. “Hace bien a algunos que se sienten muy cómodos, pero es cruel contra la gente que no tiene nada, y que incluso lo poco que tiene puede perder por unas monedas”.
Señaló que esta realidad afecta directamente al bien común y debilita la confianza entre los paraguayos, dividiéndolos en pequeños grupos cerrados, donde cada uno busca proteger sus propios intereses.
“Preferimos crear nuestras hermandades pequeñas”, citó del papa Francisco, “y dejamos fuera a la gran mayoría”.
Para el obispo, este modo de vivir rompe el espíritu cristiano y desfigura la identidad del país.
“No construimos hermandad excluyendo al otro, eso no vale’”, enfatizó, recordando que la fraternidad verdadera implica abrir el corazón incluso a quienes piensan distinto o pertenecen a otro grupo social, político o cultural.
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La fraternidad empieza con pequeños gestos que cambian vidasMons. Steckling recordó que la razón por sí sola no puede fundar la fraternidad, como enseñó Benedicto XVI; es la fe en Dios la que impulsa a reconocernos como hermanos. Y esa fraternidad, dijo, se construye “paso a paso, con cosas sencillas que nacen de un corazón lleno de Dios”.
Mencionó ejemplos concretos que pueden transformarse en “milagros cotidianos”: rezar por quien nos trata mal, dejar atrás la corrupción y las coimas “que cualquiera puede dejar de cobrar sin peligro”, ayudar a un anciano a mejorar su vivienda, organizarse para acompañar a los niños, regalar algo a un pobre en Navidad.
“El mundo no se cambiará por las armas ni por el dinero, sino por la caridad de Cristo”, indicó citando al Papa León. Y alentó a las comunidades a perseverar en los pilares de la vida cristiana: la enseñanza, la comunión, la Eucaristía y la oración, bases sólidas para una sociedad más justa y solidaria.
“Ámense como yo los he amado”El obispo invitó a vivir la fraternidad no como un ideal lejano, sino como un compromiso diario. “¿Quién es mi hermano?”, preguntó. “Cualquiera que me necesita en este momento”.
Recalcó que solo con amor auténtico se sanará un país marcado por desigualdades, divisiones y la indiferencia ante el sufrimiento de los más frágiles.
Finalmente, pidió a la Virgen de Caacupé que ayude a los paraguayos a reconstruir la confianza y a superar la cultura de la corrupción: “El amor a la manera de Cristo es lo único que salvará al mundo”, puntualizó.
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