Entre lágrimas y renegando por sus títulos académicos que de nada sirven ante una poderosa estructura criminal, como es la denominada “Mafia de los pagarés”, la docente Liz Prieto relató como un simple préstamo de G. 1.000.000 más un microondas allá por 2016 ahora escaló a una deuda de G. 3.000 millones.

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Lo peor es que esto la obliga a sobrevivir solo con G. 1.600.000 al mes, incluso dar de comer a dos hijos y tratar de que su padre con cáncer tenga los medicamentos para intentar sanarse y les robó hasta las esperanzas de alguna vez “estar mejor”.

Entre sollozos, comentó que su situación es tan desesperante, que el simple hecho de que sus hijos encuentren algo mínimo para comer ya es motivo de celebración de estos, aunque para ella es un golpe durísimo, porque no sabe como explicarles que sus carencias son culpa de una mafia que no perdona ni aunque seas una persona trabajadora, formada y sostén incluso de sus padres enfermos.

“Cuando llevo un yogurt o una verdura, (mi hijo) abre (la heladera) y me dice: que suerte mamá, que suerte que ya está llena la heladera. Cuando nos toca el estómago y el bolsillo es muy doloroso", mencionó Prieto.

La misma mencionó -exponiendo una serie de títulos académicos-que incluso fue parte del cuadro de honor de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), pero que de nada sirven ante esta mafia que, así como a ella, a miles de familias les impide “estar mejor” como prometió este gobierno de Santiago Peña,

“Yo quiero llevar también algo a mi heladera. Yo también quiero estar mejor. Mis demás compañeros también necesitan estar mejor. No puede ser. Yo no puedo decirle a mis hijos, tengo dos hijos y que ya no quiere saber nada de estudios, bachilleres, esto quiero romper y quemar. ¿Por qué mención de honor si fui tan ignorante ante esta mafia?“, se lamentó.

La insensibilidad es tal que incluso a la mafia no le importa que sus padres estén enfermos, sobre todo su padre, que padece cáncer y requiere de costosos medicamentos. Lo único que le dejan en su cuenta al mes es G. 1.600.000 es para sobrevivir entre los 5 .

“¿Qué le digo a mi hijo? Hijo, mira, yo tengo embargo, no te voy a poder dar de comer. Mi papá está con cáncer de pulmón, etapa terminal, mi mamá cardíaca y soy la única que estudié. Lo que más me duele es eso", insistió.

El esquema religiosamente fue descontándole de manera automática de su salario y, aun así, su deuda siguió aumentando hasta más de los G. 3.000 millones.

“Necesitamos que se revierta esto. ¿De dónde voy a sacar 3.000 millones de guaraníes? Ya pagué todo. Ya cancelé G. 78 millones. Ni aunque haya debido 30 o 50 millones: 78 millones ya pagué todo", insistió.